El ser humano debe asemejarse a su Creador




Lo apropiado para el ser humano es asemejarse a su Creador. 

[Como se indica en esta introducción, en varios versículos de la Tora prescribe al ser humano el precepto (mitzva) de asemejarse al Creador. Sin embargo, al precisar que ello es “apropiado” para el ser humano, Ramak enfoca este esfuerzo de semejanza como algo que es propio y adecuado a la naturaleza humana, no sólo como un precepto. Esto quiere decir que independientemente del precepto que ordena al hombres la semejanza con su Creador, la razón principal de ello radica en el hecho de que la naturaleza del ser humano así lo exige. 

Esta exigencia natural se basa en el hecho de que el ser humano fue creado a “imagen y semejanza” de Hashem, como se indica en Bereshit 1:27. En otras palabras, puesto que la naturaleza humana fue creada a semejanza del Creador, lo propio y adecuado para el hombre es demostrar esta semejanza en su vida personal. Y dado que esta semejanza esencialmente consiste en el perfeccionamiento ético de las cualidades (midot) del ser humano y su elevación espiritual, esto significa que para cumplir cabalmente con su naturaleza intrínseca, el ser humano debe perfeccionarse espiritualmente a sí mismo. 

Rab Goldberg comenta que aquí Ramak quiere decir que “por el hecho mismo de haber sido creado el ser humano está obligado a asemejarse a su Creador y convertirse en expresión de ‘la imagen divina’ ‘Tzélem Elo-him’ ” implantada en su ser. 
También añade que esta exigencia incumbe a todos los seres humanos por igual, y por eso Ramak usa la expresión general “ser humano”] Y de este modo él llegara a expresar el secreto del Modelo Trascendental, la imagen y la Semejanza. [En hebreo “Modelo Trascendental” seria “Tzurá Elioná”, forma o figura suprema. Aquí el autor emplea una expresión que designa el conjunto de estructuras y fuerzas cósmicas que Hashem creó como prototipo metafísico para crear al mundo y dirigirlo. 

La Cabalá enseña que tanto el ser humano como el mundo en general fueron creados conforme a este modelo cósmico, y es en este sentido que se afirma que el ser humano constituye un microcosmos de toda la creación (Rab Jaim de Volozhim, Nefesh HaJayim III,5).Este conjunto de estructuras cósmicas se relaciona con las diez sefirot. En Shiur Komá, Ramak explica: “La palabra Adam (hombre) alude al modelo trascendental (tzura) en toda su plenitud, es decir a las diez sefirot en su conjunto, las cuales se relacionan con los miembros del cuerpo humano. 

La Tzurá Elioná constituye la matriz metafísica que sirve de modelo espiritual para la configuración de la naturaleza humana, tanto en su dimensión física como psicológica, y por ello Ramak expresa que si el ser humano intenta asemejarse a su Creador, lo que de hecho hace es expresar plenamente en su vida personal el modelo espiritual con el que fue creado, que es precisamente la imagen Divina “Tzelem Elo-him” implantada en su ser] ¨Pues si solo se asemejara al Creador en su cuerpo, pero no en sus actos, traicionaría ese modelo cósmico, y de el se diría: “Que bello modelo, pero que actos tan viles!” pues la esencia de la imagen u semejanza trascendental la constituyen sus actos. ¿Y de qué le valdría asemejarse al modelo trascendental en la estructura y configuración de sus órganos, si en sus actos no se asemeja a su Creador?¨. 

[Rab Yejezkel Sarna, comenta que la obligación de asemejarse al Creador e imitarlo en nuestra conducta personal no se deriva únicamente del hecho de que la Tora nos da un mandamiento al respecto (Debarim 28:9), sino sobre todo del hecho de que la esencia del ser humano se origina en un modelo cósmico que, por lógica, él debe intentar emular a fin de no traicionar su propia naturaleza. En tal sentido, cuando la conducta personal de un ser humano no se corresponde con las normas de este modelo cósmico, eso equivale a “traicionar” la esencia misma de su ser] Es por esta razón que para él es apropiado imitar los actos de Keter, la Corona trascendental, que son los trece atributos divinos de clemencia, aludidos en el siguiente texto bíblico: “¿Que Hashem es como Tú, que cargas con la iniquidad y pasas por alto la rebelión para el remanente de Su heredad? 
Él no mantiene para siempre Su ira, pues desea la bondad. 
Él volverá a tener clemencia de nosotros, someterá nuestras iniquidades y arrojarás a las profundidades del mar todas sus faltas. Tú otorgaras veracidad a Yaacob y bondad a Abraham, las que juraste a nuestros ancestros desde los días de antaño” 

[Los Trece Atributos Divinos de Clemencia, en hebreo Shelosh Esre Modo y shel Rajamim. Estas trece cualidades divinas, que pertenecen a Keter, se corresponden con los idénticamente llamados “trece atributos de clemencia” que, según el Talmud (Rosh Hashana 17b) Hashem revelo a Moises en Shemot 34:6-7 como expresión de perdón al pueblo de Israel después del pecado del Becerro de Oro.] [¿Qué dios es como Tú…? (Mija 7:18-20). 
La fuente rabínica que explica estos versículos del libro de Mija como alusión a los trece atributos de clemencia es un texto del Zohar llamado Idrá Raba (III, 131b, 62a), que comienza así: “Trece medidas de clemencia (rajamim) de parte del Santo Anciano (Atika Kadisha): “¿Qué dios es como Tú?” es la primera, “que cargas con la iniquidad” es la sefunsa …”. La obra Cabalística Etz Jayim, escrita por R. Jaim Vital con base en las enseñanzas del Ari también relacionan los trece atributos de clemencia con los versículos de Mija.] 

Por consiguiente, lo apropiado de su naturaleza es que él posea estas trece cualidades. Ahora procederemos a explicar estos trece modos de conducta que es apropiado que se hallen en él. 

Tomér Debora, Rab Moshe Cordovero Cap 1 (Ramak).

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