Dérej Hashem (Camino Hashem) (Capitulo II)



Respecto del Objetivo de la Creación 

1. He aquí, el propósito de la creación fue el beneficiar a otros con Su bondad, bendito sea Su Nombre. Y he aquí, solo Él es la perfección verdadera, libre de toda imperfección, y no hay otra perfección como Él en absoluto. Resulta entonces que cualquier perfección imaginable – con excepción a Su perfección – no es una perfección verdadera, sino que será llamada “perfección” sólo en relación con algo menos perfecto, pero la perfección absoluta es sólo la Suya, bendito Sea su Nombre.  

Por consiguiente, puesto que Él quiso beneficiar a otros, no Le hubiera sido suficiente beneficiar un bien parcial sino influir el bien del modo más grande que los seres creados pueden recibir; y siendo que sólo Él es el bien verdadero, Su deseo benefactor no podía ser complacido sino al beneficiar a otros con ese bien que hay en Él en esencia, el cual es el bien perfecto y verdadero. Mas he aquí, por otro lado, este bien verdadero sólo es posible que se encuentre en Él. 

Por eso, Su sabiduría determinó que este beneficio verdadero se concrete al darles a las criaturas la posibilidad de apegarse a Él, en el grado que ellas puedan apegarse. Entonces, aún cuando sea imposible describir a las criaturas por sí mismas como perfectas en la misma medida que Él es perfecto, por el hecho de estar apegadas a Él sí se las podrá describir así – según el grado que es posible obtener de esa perfección como resultado del apego a Él -, y podrán gozar de ese bien verdadero de acuerdo con la medida en que puedan disfrutarlo. 

Entonces, Su intención en la creación que creó fue crear a alguien que pudiera gozar de Su bondad en la medida que pudiera disfrutar de ella (quiere decir, en la medida que su esencia y su condición de ser creado “y no de Creador” le permitiera disfrutar de ella). 

 2. Sin embargo, Su sabiduría determino que para que el bien fuera perfecto, aquel que lo disfrutara fuera poseedor de ese bien, es decir, que lo haya adquirido dentro de sí, y no que éste acompañado del mismo de manera casual. Y mira que, en un nivel determinado, esto puede considerarse una semejanza parcial de Su propia perfección. 

Porque, he aquí, Él es perfecto en esencia, y no de modo casual sino que por la realidad de Su esencia Su perfección es imperativa y es imposible que tenga cualquier imperfección. Y aunque fuera de Él es imposible encontrar alguien cuya esencia imponga que la perfección sea imperativa en él y no haya imperfecciones en él, para que haya una semejanza parcial a esto es necesario que al menos este ser adquiera una perfección que la realidad de su esencia no imponga como imperativa para él, evitando por sí mismo las imperfecciones que podría llegar a tener. 

Por eso, Él decretó y dispuso la creación de elementos de perfección e imperfección, y que sea creada una criatura que tenga la posibilidad de adquirir éstas dos clases de elementos por igual, y que a esta criatura le sean otorgadas los medios para poder adquirir la perfección en todos los órdenes, evitando toda clase de imperfección; y entonces se podrá decir ésta que se asemeja en la medida de lo posible a su Creador, y merecerá apegarse a Él y gozar de Su bondad. 

3. Sin embargo, además de que por asemejarse a su Creador, esta criatura que ha adquirido la perfección merece apegarse a Él, puesto que ha adquirido la perfección, ella continúa apegándose cada vez más a Él hasta que finalmente el hecho de adquirir la perfección y apegarse a Él se transforman en una sola cosa (se apega más a Hashem). 

Y esto es así porque siendo que Su existencia es la perfección verdadera, como hemos dicho, he aquí, toda perfección se relaciona con Él como una rama con la raíz, pues aunque él no llega a la fuente de la perfección, de todos modos es una continuación y una consecuencia de ésta. Y he aquí, tú ves que la perfección verdadera es Su existencia y cualquier imperfección es sólo la ausencia de Su bondad y la ocultación de Su Presencia (Su rostro). 

Entonces, la luz de Su Presencia y su cercanía es el origen y la causa de toda perfección existente, y la ocultación de Su Presencia es el origen y la causa de toda imperfección, y acorde al grado de ocultación será el grado de imperfección que deriva de la misma. Por lo tanto, cuando esta criatura que se encuentra en equilibrio entre todas las clases de perfección e imperfección – las cuales derivan de la luz o la ocultación de Su Presencia – se fortalece en la perfección en todas sus formas y la adquiere dentro de sí, llega a aferrarse a Él, de modo que al llegar al máximo nivel de perfección que puede adquirir, llegará al máximo nivel de aferramiento y apego a Él; y estará apegado a Él y gozara de Su bien y se perfeccionará a través de Él, y él sera el dueño de su propio bien y perfección. 

4. Y he aquí, para que haya en la existencia todos estos elementos de perfección e imperfección que mencionamos y que el ser del cual hablamos esté de la manera que debe estar, es decir, con la posibilidad de elegir entre ambos y la aptitud de dedicarse a ellos para adquirir la perfección y evitar la imperfección, y para que hayan en él los medios para lograrlo – es decir, para adquirir esa perfección -, he aquí, seguro que se requiere que en la creación hayan numerosos y diferentes detalles y que esos detalles estén interconectados a través de múltiples maneras, y así llegará con éxito al objetivo deseado para ella. 

Y ciertamente, la criatura destinada a esta gran meta, es decir, el apego a Él, como mencionamos, debe ser considerada la principal de toda la creación y todo lo demás que haya en la existencia debe ser considerado simplemente de ayuda en algún aspecto o en alguna forma para el objetivo, para que ella tenga éxito y éste se convierta en realidad; por lo tanto, ello será llamado secundario en relación con esta criatura principal a la cual nos referimos. 

5. Y esta criatura principal es en verdad el género humano, y todas las demás creaciones – tanto las que están por sobre él como por debajo de él, acorde a las numerosas y diversas formas que comprenden – sólo están para él, para que pueda completar su tarea (misión). Y he aquí, el conocimiento y todas las buenas cualidades son los elementos de perfección a través de los cuales el hombre debe perfeccionarse, y las cosas materiales y las malas cualidades son los elementos de imperfección a los que nos referimos; y entre ellos fue ubicado el hombre para adquirir la perfección.

Rabí Moshe Jaim Luzzatto

Comentarios

Entradas populares de este blog

Sháar Habitajón (El Pórtico de la Confianza)

El ser humano debe asemejarse a su Creador

El tiempo es tan amargo como Maror