¡Januka – la fiesta de la luz dentro de nosotros!



Si la persona organiza correctamente en su interior estas tres cualidades: “la vela”, “el aceite” y “la mecha”, llega al estado que se llama Januka (de las palabras hebreas Janu Ko: detenerse aquí), o sea, un breve descanso a mitad del camino. 

El aceite es nuestra materia, el deseo de disfrutar, el contenido del recipiente (Kli). No puede inflamarse sólo con la Luz que atraemos desde fuera. Solamente es posible con la ayuda de la mecha que debe estar sumergida en aceite, pero una parte tiene que sobresalir porque la mecha simboliza la pantalla que construimos fuera de nuestro deseo egoísta (fuera del aceite). 

La única parte del deseo egoísta que puede brillar (estar en contacto con la Luz Superior) es la parte que podemos incluir dentro de la pantalla, o sea, únicamente el aceite que empapó la mecha puede arder. Pero esto sólo puede suceder a condición que el aceite no impregne la mecha; únicamente un parte de la mecha sube por encima del nivel del aceite (el egoísmo), se eleva hasta Bina, al encuentro con la Luz, el otorgamiento. Sólo así será posible que brille. 

La Luz emana de la parte superior de la mecha en donde ésta sobresale y pierde contacto con el aceite, el egoísmo. 
La Luz Reflejada es el fuego que se eleva y alcanza a Keter de los diez Sefirot de la Luz Reflejada. Allí casi si existe alguna conexión entre la Luz Reflejada y la fuerza del deseo de recibir, el egoísmo, del cual procede la fuerza para inflamarse. 
El aceite sube por la mecha y sólo allí se logra el contacto, la semejanza de las cualidades entre el aceite de la mecha y la Luz. 

Es precisamente unidos que pueden brillar. La Luz no puede manifestarse hasta que no se une con la mecha y el aceite dentro de ella. Imaginando la vela encendida se puede entender el trabajo interno de una persona en el camino espiritual y lo que tenemos que hacer para que nuestra alma alcance la semejanza con la Luz, el Creador. El deseo no desaparece, sino que debe estar totalmente adherido a la pantalla, a la mecha. 

De ella creamos la línea media dentro de nosotros, a tal punto de que somos capaces de introducir el aceite (el deseo) dentro de la mecha. La pantalla puede incluir sólo una pequeña porción del deseo. La mecha simboliza el eje, la línea fina, con la cual se mide la similitud entre nuestro deseo y la Luz. La pantalla, o la línea media, se construye con estas dos fuerzas: el aceite y la mecha, la línea izquierda y la derecha. La línea derecha es el otorgamiento, la Luz, y la izquierda es la recepción, el aceite. La línea media, que creamos de las dos Cualidades Superiores de recepción y otorgamiento, se llama el alma.

Michael Laitman

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