Él no mantiene para siempre Su ira



 “La ira de Hashem es sólo temporal, incluso cuando el ser humano se empeña en pecar” Esta es una cualidad distinta. Pues incluso cuando el ser humano se empeña en seguir pecando, el Creador no persiste en Su ira. Y aunque se enoje, no lo hace para siempre. [Y aunque se enoje no lo hace para siempre, véase en Salmos 30:16: “Pues Su ira dura solo un instante, y Su deseo es la vida. Aunque en la noche haya llanto, júbilo habrá en la mañana”. 

Esta cualidad se distingue de las anteriores y de las siguientes, en el sentido de que no implica una actitud de paciencia que evita el surgimiento de la ira, sino un límite que restringe la acción de la misma una vez que ha sido suscitada. En otras palabras, esta cualidad interviene una vez que la ira a surgido, pero antes de que actúe sobre el pecador para castigarlo, esencialmente evitando que el estado de ira persista y continúe. Se trata pues de una cualidad de clemencia] En vez de eso, elimina Su enojo incluso cuando el ser humano no retorna en arrepentimiento… 

Al contrario, mitiga su ira, y aunque el pecado persiste, Él no castiga, sino que con clemencia aguarda a que se arrepientan. A esto se refiere el versículo: “No para siempre Él recriminará, ni eternamente guardará resentimiento”(Salmos 103:9). 

En vez de eso, Él Creador se conduce simultáneamente con suavidad y severidad, todo con el objetivo de beneficiar al pueblo de Israel. Esta constituye una cualidad idónea con la que en ser humano debe comportarse hacia su prójimo. Aunque uno tenga el derecho de reprender con severidad a su prójimo o a sus hijos, y ellos lo aceptan (según el Talmud Yebamot 65b: está prohibido reprender a alguien que no aceptara la amonestación), aún así no debe endurecer su amonestación ni persistir en su ira, si es que se enojó. [Rambam, Hiljot Deot 6:7-8: “Se debe reprender al pecador en privado, hablándole de un modo suave, con palabras amables… y evitar avergonzarle”] Al contrario, debe eliminarla y no guardarla, incluso cuando tiene el derecho de enojarse. 

Esta idea es similar a la explicación que los Sabios dieron al versículo: “Si ves al asno de aquel que detestas caído debajo de su carga…”(Pesajim 113b, “si ves el asno de aquel que detestas caído…¿te abstendrás de ayudarlo?) Ellos explicaron que el versículo se refiere a un individuo que vio que otro cometía una transgresión, pero no pudo testificar ante la corte porque era un testigo único (la Tora estipula que sólo el testimonio de dos testigos es válido), y lo detesta por la transgresión cometida (no por motivo personal). Incluso en este caso, la Tora dice: “Ciertamente ayudarás junto con él”, queriendo decir: “Abandona el resentimiento que hay en tu corazón”. 

En vez de odiarlo, constituye un precepto bíblico acercarlo al buen camino con amor, y quizá esta forma de proceder tenga éxito. 
Esta actitud es justamente la que expresa la cualidad de “No mantiene para siempre su ira”. [En opinión de Rambam (Hakdama lePerek Jelek, 13), uno está obligado a amar a todo individuo que crea en los Trece Principios de Fe, aunque sea un transgresor, ya que se asume que cometió el delito porque se dejó llevar por sus bajas pasiones. Este principio fue enunciado ya por el Sabio Hilel: 
“Se de los discípulos de Aharon: amante de la paz y procurar la paz, que ama a los seres creados y los acerca a la Tora”(Abot 1:12)] [Jazon Ish, Yore Dea 2:16, “En la actualidad, rechazar a los transgresores no contribuye a cerrar la división que hay en el pueblo judío, sino que la aumenta. Por ellos es que debemos atraer a los transgresores uniéndolos en lazos de amor, e irradiándoles luz lo mejor que podamos] 

Rabí Moshe Cordovero

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